Cuando estaba paseando por las ruinas
de Hampi con mi nueva amiga Yishan, ella me dijo que aunque esta era
su segunda vez ahí, muchas de las cosas que veía se sentían
distintas y nuevas porque mis ojos le mostraban detalles que antes no
había visto. Por eso ella pensaba que viajar con otra persona es
enriquecedor. Agradecí en ese momento su compañía. Primero,
porque me llevó de la mano a mi primer destino en India fuera de
Mysore, mostrándome los secretos de cómo moverse por este país y
segundo, porque ella también me revelaba a través de sus ojos
detalles que hubieran pasado desapercibidos ante los míos.
David, el chico que conocimos a las 3
a.m. en el medio de la nada, es alemán y está de viaje desde hace
casi tres meses. Ha recorrido el sudeste asiático y su meta es en
las próximas dos semanas recorrer el máximo de ciudades de India
pues pronto debe regresar a su país. Él lleva una velocidad de
viaje que ni Yishan y yo llevamos, pero su energía me contagió y
sus ojos me mostraron detalles de Palolem que no había visto en las
pocas horas que llevábamos ahí.
Uno de esos detalles fue el anuncio de
clases de cocina. Él, muy entusiasmado, me contó que se iba a
apuntar y yo decidí que era el momento de darle oportunidad a mis
virtudes culinarias, las cuales a decir verdad no son las mejores.
Así que a las 6 p.m., después del
atardecer, estábamos en la cocina de Rahul, un chef indio que nos
enseñó a hacer: Tangadi chicken (pollo en salsa tangadi), chicken
tikamls, fish goan curry, chapatii (tortilla de trigo) y stuffed
paratha (la misma tortilla de trigo pero rellena o de queso o de
papa, uno de mis platillos favoritos aquí). A excepción del
chapatti, creo que ninguno de esos platillos los podré volver a
hacer, así que ni piensen autoinvitarme como chef india a sus casas.
La cocina del sur de India lleva tantas
especies que fue imposible para mí seguir el ritmo de la clase, la
cual iba además a 1000 por hora. Así que cerveza en mano, me
dediqué a disfrutar de cómo Rahul nos demostraba su arte, pues más
que una clase fue una demostración, no habían mucho espacio para
la cocina individual.
Compartimos la clase con una pareja de
ingleses, quienes tienen experiencia en la cocina, cada vez que
Rahul pedía alguna especie ellos podían distinguirla entre la
decena de colores que tenía la caja, para mí eso era misión
imposible. Además, había una señora francesa que se involucró
poco y decidió grabar con su cámara la sesión. David era el más
entusiasmado y fue quien se encargó de la mayoría de la parte de la
cocina de nuestro grupo. Yo hice mi primer chapatti y con eso me di
por satisfecha.
Así que David me mostró otra
actividad por hacer en Palolem, no sólo ver los atardeceres, sino
ser parte de la alquimia culinaria del sur de India. Vamos a ver
qué más hay en la programación de David para estos días. Él
insiste en hacer kayak hacia una de las isletas, yo no sé si quiero
más bien un 'lazy day' como dice mi amiga Yishan.
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Menú del día |
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David listo para arrancar. |
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Yo también lista! |
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Los mensajes de Rahul. |
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Ingredientes listos. |
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Algunas especias. |
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Cervecita para acompañar el proceso. |
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Rahul pone orden con una de las salsas. |
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Chapattis!!! |
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Mi primer chapati. |
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Todos amasando. |
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Por supuesto lo quemé. |
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Uy. |
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Y a comer las delicias que cocinamos. |
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