Dejar Mysore fue difícil, por un mes
me sentí en casa, había construido un pequeño hogar en esa ciudad
que hasta hace pocas semanas me enteré que existía. Quizás el
hecho de la distancia, de aun no tener claro adonde pertenezco me
hace sencillo sentirme 'en casa' con pequeños detalles, como las
muestras de cariño de Lahlita cuando me hacía idlys para el
desayuno porque son mis favoritos, o cuando Ramana me dejó un
teléfono móvil con una respectiva lista de números de emergencia
para poder estar comunicada mientras viaje por India. Fui muy
dichosa en Mysore, una familia me adoptó (o yo los adopté, no sé)
y eso convirtió en un mes más llevadero el mes tan difícil del
entrenamiento de yoga.
Tuve que contener las lágrimas cuando
abracé por última vez a Lahlita, creo que ella no está muy
acostumbrada al contacto físico y a tanta muestra de emociones, no
quería asustarla, pero la apercollé, era
inevitable, fue una gran compañía y me consintió como si
nos conociéramos de toda la vida. 'Tomorrow, bored, ma'am”, me
dijo con una media sonrisa llena de nostalgia la última vez que
cruzamos mirada.
Salí corriendo al rickshaw
a encontrarme con Yishan, mi amiga del curso de yoga con la que
viajaría los próximos días. Nos íbamos a Hampi en una hora y
debíamos llegar a la estación de tren.
Hampi nos llegó
por casualidad. Llevaba un par de semanas en que Hampi salía por
recomendación de alguien, pero yo quería ir al norte, al desierto y
Yishan a Goa. Cuando fuimos a la estación de tren para buscar
tiquetes ya no habían para nuestros destinos seleccionados, ni
siquiera para nuestros destinos secundarios. Así que, cuando
preguntamos hacia dónde habían tiquetes y nos dijeron Hampi,
intuimos que ahí debíamos viajar y que lo haríamos juntas.
Compramos
el tiquete sleeper
segunda clase con aire acondicionado. La dueña de la casa en donde
se hospedó Yishan nos recomendó ese tipo de tiquete. Es mejor
porque la primera clase es una cabina solo para cuatro personas y
puede ser incómodo o peligroso, y una clase menor puede ser
complicado para dos chicas solas viajando por la noche.
Cuando subimos a
nuestro vagón conocimos a Mr. Peaceful (señor pacífico). No me
acuerdo de su nombre en idioma original, pero recuerdo que eso era lo
que significaba. Nos enseñó fotos de sus nietos y nos contó todo
sobre la vida de sus hijos e hijas, uno vive en Amsterdam, otra en
Hyderabaad y el último en su pueblo. Un par de horas después de
iniciar el viaje las estaciones en las que nos detuvimos iban
trayendo más y más pasajeros. En total éramos 18 en el vagón,
cada uno teníamos una cama y pronto las cortinas de cada
compartimento se cerraron y nos dormimos.
A las 9 a.m. del
día siguiente ya estábamos por llegar a Hospet, casi 14 horas de
viaje que el sueño disolvió. El vagón estaba prácticamente
vacío, casi todos habían bajado en el camino. Ni siquiera Mr.
Peaceful estaba. Desayunamos unos sandwiches que teníamos y Yishan
se compró un café de los que pasan vendiendo por los pasillos.
La estación de
tren en Hospet nos recordó el país en el que estábamos. Ruido,
mucha gente, llegar a la salida fue una hazaña llena de paciencia.
Para llegar a Hampi decidimos pagar los 150 rupees que nos cobró un
tuc tuc (unos 2 dólares y medio) y dejar la experiencia del autobús
para otro día.
La
carretera hacia Hampi empezó a revelar uno de los lugares más
fascinantes que he visto. Las rocas en medio del verde de los
campos, como si fueran viejos meteoritos que cayeron aleatoriamente,
daban una pista de lo que nos esperaba los siguientes días. Al
llegar al Hampi Bazaar, decidimos cruzar el río Tungabhadra
y buscar un hotel del otro lado, en Virupadur Gaddi. Para cruzar el
río hay que pagar un viaje en lancha porque no hay otra manera de
llegar. Cruzamos mientras el elefante de uno de los templos se
bañaba en el río.
Nos quedamos en un
hotelito muy básico. Goutham guesthouse, lo manejan unos nepalíes
muy simpáticos. No teníamos electricidad la mayor parte del día y
mucho menos Internet (que aquí en India es bastante generalizado
tener), pero teníamos un pasillo lleno de luz y al aire libre en
donde podíamos practicar yoga, así que nos quedamos ahí. 200
rupees la noche por las dos (un poco menos de 3 dólares).
Una vez instaladas
salimos a explorar. Cruzamos el río de nuevo y llegamos a la
primera sección de templos, al lado del Hampi Bazaar. La zona está
llena de comercios y hostales, otra opción para pasar la noche, pero
a mí parecer lo mejor es quedarse al otro lado del río, tiene un
ambiente más tranquilo y relajado, lejos del bullicio del Hampi
Bazaar.
Llegamos al
atardecer y el reflejo del sol en la piedras, que no son blancas pero
casi, nos regalaron una tarde espectacular. En el punto más alto
podíamos ver un poco más del resto de las ruinas que estábamos
visitando. Hampi es un complejo de monumentos y templos que fueron
construidos alrededor del siglo XVI, casi todo es de piedra y rodeado
por piedras. Las formas de las construcciones me recuerdan a muchos
otros lugares que he visto y a ninguno al mismo tiempo.
No vimos el final
del atardecer en los templos, pero sí cruzando el río, pues a las 6
p.m. se acaba el servicio de la lancha y si lo perdíamos no teníamos
la menor idea de qué hacer, así que tocó acatar los horarios de
Hampi.
Durante el breve en
viaje en lancha conocimos a una señora inglesa de unos 70 años, las
arrugas nos dejaban apenas ver su ojos claros, pero su vitalidad
contradecía los años que le calculaba. Llevaba una camiseta de Bob
Marley, había venido a India infinidad de veces y me aseguró que
había sido parte de las bailarinas del gran Bob. Eso también tiene
India, una variedad de personajes visitándola.
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En el tren: Sleeper 2 Ac. |
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Informándome sobre el Sur de India y escribiendo notas para el blog. |
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Un poco de yoga para no perder el ritmo. |
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Desde mi cama-asiento. |
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La llegada a Hospet. |
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Hospet. |
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De camino a Hampi |
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Las primeras impresiones. |
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El río Tungabhadra. El elfefante toma un baño. |
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Hampi Bazaar. |
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Restaurante recomendado en Hampi Bazaar. |
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Añadir leyenda |
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El camión se prepara para transportar a estos visitante. |
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Primeros monumentos que visitamos. |
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Los baños modernos. |
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Cae la tarde en Hampi. |
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Jugueteando en Hampi. |
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Hanuman anda por ahí. |
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El policía que sostiene la piedra. |
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Todo parece como puesto a propósito. |
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No entiendo nada. |
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