domingo, 29 de septiembre de 2013

En el aeropuerto: saliendo hacia India

Desde hace unos cuantos años parece que los setiembres, por una cosa u otra, se me han convertido en torbellinos. Quizás porque son el mes mierda (así se le denomina al mes anterior al cumpleaños, entonces, astrológicamente todo se desordena, o se reacomoda, como quiera verse). El año pasado tuve que correr para empacar mi vida en un par de maletas y venir a Barcelona a estudiar y vivir un año. Este año volvió a repetirse la angustia de empacar, de cambiarme de apartamento, dos veces en el mismo mes, pero sobretodo tenía como principal actividad la planificación del viaje mochilero a Sudeste Asiático que me había propuesto para octubre y noviembre 2013.

Al final ese viaje se desplanifició y replanificó en pocos días con nuevo destino, estoy aquí en el aeropuerto de Barcelona a punto de subirme en un avión que me llevará a Doha, Qatar, ahí abordaré otro avión que me llevará a Bangalore, India. En Bangalore me recogerá el señor Ramana Naidu, lo conocí a través del couchsurfing, muy amablemente me llevará a Mysore, India, en donde haré un curso intensivo de yoga por un mes.

Aun no sé como putas llegué aquí. En serio, en menos de dos semanas cambié de destino y actividad para mis meses viajeros, espero que para bien. Acabo de colgar una foto en facebook anunciando mi
viaje, creo que muchos de mis amigos y familia no saben de este viaje, pero es que ni yo hace dos semanas sabía. Me desconozco un poco, antes hubiera tenido todo debidamente organizado, detalle a detalle. Pero esta vez como no era así, por dicha, pude improvisar y hacer algo que realmente me tiene muy emocionada.

Hace un año mi plan era que en cuánto terminara el máster me iría a mochilear por el sudeste asiático. India me pasaba por la mente pero siempre que lo comentaba o buscaba información me disuadía porque parecía ser un destino peligroso y complicado para una mujer que viaja sola.

Mi fecha de salida según el plan estructurado que mantenía era salir el 1 de octubre hacia Bangkok y visitar Tailandia, VietNam, Camboya, Laos, pero también quería el Tibet y Nepal. En fin, que no lograba centrarme y ser coherente y seleccionar una ruta decente que no implicara correr para ver los sitios. No tengo ganas de correr para conocer sitios. Pero India no estaba en la lista de lugares.

Hace un par de meses me tomé una cerveza con mi amigo Marc, que vino de visita a Barcelona. Marc es catalán, lo conocí en el Caribe de Costa Rica mientras él le daba la vuelta el mundo. Ahora vive en Tailandia, fundó una ONG en la frontera con Birmania. Le pedí consejo sobre mi proyecto de viaje por el Sudeste Asiático. Ese día le comenté inocentemente que me hubiera gustado incluir India en este viaje, pero sabía que tenía poco tiempo y sobretodo me daba miedo hacerlo sola. Marc me aconsejó reconsiderarlo, pues su experiencia en ese país había sido positiva, además me comentó que los billetes desde Bangkok eran muy baratos hacia Delhi. Así que su consejo fue: llegue a Tailandia sin presión, no se ponga una ruta muy estricta y así poder improvisar y quizás incluir India.

Ese día me empezó a dar vueltas en la cabeza India más seriamente. Además me entró ilusión de ir y hacer yoga unas semanas, de quedarme quieta un rato. Pero me pasé varias semanas con eso sin llegar a alguna conclusión al respecto. De hecho, seguía pensando que el Sudeste Asiático llenaría los dos meses de viaje.

Como la fecha de salida propuesta ya se acercaba, fue el tema de conversación recurrente esas semanas. Con quien lo comentaba había alguna respuesta positiva sobre ir, por supuesto con miles de advertencias y consejos, pero al parecer ir sola podía ser una opción teniendo cuidado. La gota que derramó el vaso cayó hace unas tres semanas. Me reuní con un viajero que respondió a un anuncio que dejé en una librería de viajes que hay en Barcelona. La librería se llama Altaïr y es genial, a mí me encanta ir y pasar horas de horas viendo libros, revistas y accesorios de viajes. Pero la mejor parte es la pizarra de corcho en la entrada, la cual se divide en columnas según continentes, entonces los viajeros colocan anuncios sobre sus viajes solicitando consejos, pero sobretodo compañeros de ruta. Ahí dejé mi anuncio sobre el viaje al Sudeste Asiático y me escribió Sergi.

Sergi es un viajero con mucha experiencia, ha estado y vivido en muchos países. Así que empezamos a conversar sobre las posibles rutas que haríamos y ver si podíamos coincidir en algún momento de nuestros viajes. Surgió el tema de India, le comenté lo mismo que conté antes, que no estaba segura de ir, que aun no había comprado billetes de avión porque no estaba segura de la ruta. En fin, resultó que Sergi había viajado en varias ocasiones a India y llenó el momento de anécdotas, experiencias, y sensaciones sobre ese país tan misterioso para mí hasta entonces. Terminamos hablando de India más que del Sudeste Asiático y yo me convencí de que al menos uno de los dos meses lo quería hacer en India.

Al día siguiente miré el tema de la visa a India y estaba apenas a tiempo para tramitarla y poder salir el 1 de octubre, pues mi pasaporte debía ir a Madrid y volver, por lo que pasarían entre 9 y 10 días hábiles, justo los que quedaban en el medio antes de mi partida. Corrí y logré hacer todos los trámites. Ya iba a comprar los billetes a Bangkok y luego unos de Bangkok a Nueva Dehli, cuando me di cuenta que para Tailandia era necesaria una visa cuyo trámite se tardaría un par de días, pero no podía avanzar porque la Embajada de India en Madrid tenía mi pasaporte.

Así que pensé que quizás lo mejor sería bajar revoluciones con los trámites de visado y aprovechar para pasar los dos meses en India. Ya había empezado a investigar y ese país es ENORME, con una diversidad cultural, social, climática, geográfica impresionante Aun me daba miedo, pero empecé a hacer más investigación sobre el tema. Le escribí a una amiga en Costa Rica que había estado hace poco. Me incentivó a ir, me dio consejos importantes para mantenerme segura eso sí. También me reuní con una amiga del máster que fue durante el verano,  ella no estaba tan segura de que fuera buena idea de que fuera sola, pero me dio muy buenos consejos y el contacto de una amiga suya que vive en Dehli.

Y como quería hacer yoga unas semanas, empecé a buscar donde y encontré un curso que justo iniciaba el 1 de octubre. Así que, en lugar de salir hasta ése día como lo tenía planeado, debía salir antes, o sea máximo hoy (28 de setiembre). Lo de la llegada de la visa me tuvo nerviosa, pero el lunes 23 me avisaron que venía en camino, ese día confirmé en la escuela de yoga de Mysore mi participación en el curso y compré los billetes! El miércoles 25 por la mañana el cartero vino y me entregó mi pasaporte.

Así que la primera parte del viaje estaba resuelta. Me quedaría un mes en Mysore, con lo cual podría “estar” en un solo lugar, también tengo ganas de eso. Además, siento que me va a permitir conocer detalles de India que no se ven cuando uno va de sitio en sitio, como sí será mi segundo mes por allá (creo...).

En los últimos meses el tema de la inseguridad de las mujeres en India está presente en los medios de comunicación y redes sociales. Empecé a investigar sobre el barrio en el que debía vivir y encontré algunas iniciativas que procuraban encontrar caminos para mejorar esta situación. Descubrí un personaje muy activo con esto, se llama Anu, tiene un café en Gokulam, el barrio en donde la mayoría de escuelas de yoga están. Ella ha hecho campañas de información y sobretodo de concienciación para que haya más vigilancia en el barrio. Nos escribimos un par de correos sobre el tema y coincidimos en que el problema no se resolverá con más seguridad, aunque ello solvente el momento presente, pues hay una raíz en la cultura de India que hace que ocurran estos episodios violentos contra las mujeres. Ya conoceré a Anu en estos días y retomaremos el tema, me parece una mujer muy interesante. Además colabora con un programa de educación para niños con escasos o nulos recursos en Mysore. Por el facebook, nos solicitó a los que vamos a hacer yoga llevar materiales para los niños.

En unas horas, domingo en la madrugada de India, cuando llegue a Bangalore, me estará esperando Ramana del couchsurfing, es un señor de unos sesenta años, que junto con su esposa viven entre Bangalore y Mysore. Además, me alquilará una habitación en Mysore durante el mes de octubre. Así que mañana estaremos en Bangalore y el lunes saldremos para Mysore que está a unas dos horas de viaje en coche.

Y el martes 1 de octubre a las 5 a.m. iniciaré mi curso de yoga, que se extenderá durante octubre, de lunes a sábado, solo tendremos libres los domingos. Mi cumpleaños lo pasaré allí, qué gran regalo.

Aquí sigo, en el aeropuerto de Barcelona esperando mi llamada al avión que va a Doha. Esperando para subirme en un plan que nunca imaginé iba a construir. Estoy nerviosa, ansiosa, asustada, emocionada, contenta. Todo el mundo tiene una opinión sobre India, haya o no haya ido. Yo creo que es imposible generalizar sobre un pedazo de tierra tan grande. Costa Rica cabe 64 veces ahí, y yo ya pienso que mi país es diverso, ahora con India, bueno, no me atrevo a intentar ni siquiera emular una leve generalización. De lo que he leído y me han contado quienes fueron, India me tiene intrigada, quiero pronto resolver el misterio: ¿qué voy a sentir sobre India, o más bien de los lugares que vea de India?


Ya me están llamando, debo abordar.

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