viernes, 26 de abril de 2013

De rosas, dragones, princesas y libros

En la casa de mis papás siempre hubo una biblioteca llena de libros.  Mientras crecía yo veía aquel estante enorme con respeto, era gigante, para alcanzar un libro en la parte más alta tenía que trepar audaz y cuidadosamente por cada uno de sus estantes. Los libros de cuentos, con dibujitos, estaban colocados en la parte de abajo (mis papás entendían de merchandising), era fácil acceder a ellos.  ¿Pero los de arriba qué tendrán?, me preguntaba constantemente. A veces me subía y bajaba alguno, pero no tenían dibujos y pensaba que por eso no tenían nada qué contar, qué aburrido, libros sin dibujos, seguro que contendrán datos de adultos que no logro entender y devolvía el libro a sus alturas perdiéndome del gran descubrimiento que hice años después.

Así que seguí leyendo los libros con dibujos, hasta que un día, en la escuela nos mandaron a leer un libro, creo que era “El árbol enfermo” de Carlos Gagini, aunque no estoy segura.  La cosa es que cuando le pedí a mi papá ir a la librería por el libro para cumplir con la asignación, me llevó en su lugar a la biblioteca gigante que estaba en la casa y sacó un libro de los ‘aburridos’, con páginas amarillentas y me lo dio, éste es, dijo.  Yo lo abrí y me sorprendí que no tuviera dibujos.  Ya había pasado algún tiempo desde la última vez que intenté leer alguno de esos libros en los estantes más altos.

Como siempre fui muy cumplida con las asignaciones escolares me puse a leer sin renegar y no pude parar, era una historia, ¡un cuento largo!   El libro no tenía dibujos pero los dibujos se creaban en mi cabeza.  Descubrir que en los estantes de arriba de la biblioteca, los libros sin dibujos me contarían historias nuevas, me hizo entrar en el mundo de la lectura.

Por eso vivir el pasado Sant Jordi en Barcelona fue un acontecimiento para mí.  Yo no podía creer ni entender cómo era que habían miles de personas, incluida yo, en decenas de cuadras comprando, viendo y/o manoseando libros.  Pero voy por partes, que de acordarme empiezo a hiperventilar de nuevo.

En Sant Jordi o el Día del libro y la rosa, la costumbre es regalar a los seres queridos una rosa y un libro (en principio la rosa a la mujer y el libro al hombre, pero ya estamos en otros tiempos y eso no es tan así).   La rosa porque es el día de Sant Jordi y la historia cuenta que cuando Sant Jordi salvó a la princesa del dragón, de la sangre derramada por el monstruo emergió una rosa roja que el caballero entregó a la princesa.  Esta conmemoración coincide con que el 23 de abril también es el día del libro (la muerte de Cervantes y Shakespeare).  Entonces, aquí, a alguien se le ocurrió sincretizar la cosa y ¡zas! En lugar de San Valentín, tienen un día en que se demuestra el amor a través de libros!!!! (empiezo a hiperventilar de nuevo).   




Es que se me se me sale la gestora cultural de la que huyo hace meses, pero qué gran ejemplo de política cultural es ésta, ya sea adrede o inconsciente, es un gran acierto.  Todos los 23 de abril con una celebración que además es bellísima, se moviliza la economía cultural, en específico la de la literatura (bueno y la venta de rosas también).

Este día en Barcelona y otros lugares de Catalunya, las calles, las ramblas, todas las esquinas se llenan de libros y rosas.  Hay  puestos con libros nuevos y con libros usados, de todos los temas que se puedan imaginar y de todos los precios, además suelen haber descuentos.  

Las Ramblas cuando aun quedaban algunos espacios para pasar.

También se aprovecha como plataforma de reivindicación de la cultura catalana, se ven banderas de Catalunya por todas partes, incluso en las rosas, camisetas reivindicando el idioma catalán, sumado a que casi todos los libros de “moda” cuentan con su traducción al catalán.



Por otra parte,  autores importantes o no tan importantes (esto depende de la lupa con la que se mire), visitan la ciudad para firmar sus libros.  La gente que admira a estos autores hacen filas enormes, de horas, como las niñas adolescentes listas para ver a alguno de sus ídolos musicales.  Esta admiración y respeto por los autores es impresionante.

Por supuesto hay miles de críticas y observaciones que se podrían hacer, como que muchos de los autores firmando no necesariamente son autores si no estrellas de la televisión que escriben sobre temas livianos, pero honestamente, mientras la gente lea, ya eso es un inicio, sea lo que sea, leer finalmente lo lleva a uno a seguir leyendo, es una adicción y si se empieza por libros menores ya llegarán al gran descubrimiento y no podrán detenerse.

Yo aun no termino de digerir este día, me emocionó mucho, recibí una rosa y dos libros físicos (llevo meses poseyendo solo los electrónicos).  Es una gran idea, un día hermoso, todo el mundo camina feliz por la calle con sus rosas y sus libros (este año incluida yo).   Creo que se debería fomentar más que los regalos en distintas celebraciones sean productos culturales, extenderlo a otras artes: entradas al teatro, al museo, a conciertos.

¡Ya quiero que sea 23 de abril otra vez!!!!










Felices con sus libros!